Historias Cotidianas que no le interesan a nadie

Capítulo primero

MI HUELGA AL VOLANTE


Todo empezó cuando la Lili, decidió comprar un auto, digo decidió porque aunque al principio pareciera que la decisión fue de mutuo acuerdo, Yo siempre me opuse..., bueno, entre idas y venidas, discusiones y reencuentros, terminé aprendiendo a manejar como se dice comúnmente “a la brava” y poco a poco me fui convirtiendo en otro ciudadano al volante, cómo si ya no hubieran demasiados?, si, me fui convirtiendo digo, porque de un ciudadano a pie respetuoso de las normas del transeúnte y no es por vanagloriarme, pero intentaba respetar todas y cada una de las leyes viales, bueno, lo que un simple mortal puede, me transforme y casi sin darme cuenta en un iracundo chofer, claro también respetaba toda norma impuesta por nuestra prestigiosa UVN; Pero cómo no indignarme?, si a cada vuelta de la esquina, carro que veía carro que infringía alguna ley, a veces todas ellas, si cada vez que intentaba pasar de vía, con mis respectivas direccionales, el carro que estaba detrás aceleraba para no permitirme el paso, en cambio cuando alguien quería rebasarme o pasarse a mi carril, simplemente “me lanzaba el carro” sin ningún previo aviso. En este punto no hay que olvidar a los genios del volante como los bautizó el presidente de la asociación de choferes profesionales más conocidos como “Taxistas” que transitan a velocidades antes no conocidas y se detienen a recoger una “carrerita” donde se les antoja sin tener la precaución de poner las famosísimas luces de parking (cabe anotar que lo de las luces no es una costumbre generalizada) y que te pitan o te hacen luces según sea el caso cuando el semáforo apenas cambia de rojo a amarillo y cómo no? los choferes de buses, que se tele-transportan aun más rápido que sus colegas de gremio, cargados con tantas personas que van conociéndose íntimamente en contra de su voluntad, amigos muy cercanos del “pito” (entiéndase como claxon), aunque en su caso sería injusto llamarlo “pito”, sino, trompetas, que fácilmente pueden destrozarte los oídos o los nervios, ruidos que llegarían al sordo más crónico.
En esta extraña clasificación de “fauna al volante” el turno es de los locos por el “tunning” que proveen a sus máquinas con sofisticadísimos altavoces y parlantes y un catálogo completo de audio y luces, que orgullosos de sus adquisiciones y adornos y con una generosidad impresionante de su parte, nos permiten escuchar todo el repertorio variado y a la vez monótono de “su música” a un portentoso nivel de decibeles, si preguntarse si acaso queremos escuchar su mal gusto en música y en estética en general… Luego de relatarles un poco mi calvario diario al volante, y como si esto no fuera poco, hace algunos días, me encontraba en una empinada cuesta esperando mi turno para sumergirme en aquel mar de ruedas, cuando de la manera más inesperada, un auto deportivo mazda color rojo curva a gran velocidad y choca por delante mi pequeño auto SPARK, inexperto en el asunto parqueo torpemente de retro mientras el chofer del mazda hacía lo mismo, él, juraba que yo estaba invadiendo vía y que la culpa era mía, inocente y al ver mi auto casi sin daño por fuera, estuve a punto de proponerle que cada uno arregle su problema, luego al percatarme que todo el capó de mi SPARK estaba descentrado y el faro del lado izquierdo estaba en una extraña posición diagonal, le exigí que me pagara los daños, luego de una atemperada discusión que fuimos a terminarla en el lugar de trabajo de la Lili que por pura coincidencia es un gran taller de autos de lujo sitio donde después de un rato se integró la Lili lo que le transformó a la discusión de atemperada a calurosa y casi violenta y luego de apelar a sus mejores sentimientos, el chofer del Mazda rojo decidió aceptar su culpa y pagarnos a través de su seguro, trámite engorroso que otro día discutiremos.
Antes de que mi poderoso SPARK entre a reparación y después de terminar de dictar una clase de fotografía que suelo realizarla en “La Ronda” en nuestro incomparable centro histórico, conducía por una calle cualquiera y en un cruce, luego de que me detuviera, hiciera luces y pitara, en el momento que arranco pasa una camioneta como una mancha roja, un poco vino diría y como es obvio no alcance a frenar y una vez más me choco, el conductor de la camioneta llevaba un cuerpo en el balde, según el decía que era un amigo “que se chumó en una fiesta” y de buen samaritano le está llevando a su casa, me insistía que la culpa era mía, eso ya me sonaba conocido, a todo esto hay que sumarle que yo transitaba una calle secundaria y que la culpa así no fuera mía iba a ser mía, mi alumno que estaba en el auto de atrás se parqueó y con una solvencia impresionante arreglo y cruzó su número de teléfono celular con el afectado, yo claro resignado y frustrado me ofrecí a pagar por los daños, el chofer de la camioneta “vino” anotó mi nombre y la placa de mi auto con mi esfero, nos dimos la mano y seguimos nuestro camino, luego, al pedirle a mi alumno que cuando le llame el chofer de la camioneta le de mi número de celular para “arreglar” me confiesa que le dio un número falso, bueno hasta aquí fui un ciudadano y conductor modelo y pase a ser un estafador inconsciente, a mi favor tengo que decir que la culpa no fue mía, pero ya está, al siguiente día decidí firmemente que no volvería a conducir bajo ninguna circunstancia y entré en una especie de huelga al volante, decisión que no le agradó nada a la Lili ni a mi hija la Pancha y una ves más pase a formar parte del gran numero de ciudadanos de a pie y ahora me movilizo en el viejo sistema de transporte público que luego de largas esperas, sortear a uno que otro “choro” y esperar que el bus no se estrelle contra algún inocente, llego a mi destino casi con total puntualidad.
Luego de analizar más objetivamente la situación, llego a la conclusión de que es demasiada responsabilidad por lo menos para mí, un auto costosísimo, para mi apretado presupuesto, que conducir es un estrés que no le deseo a nadie, que vivo más feliz desde que camino, que mi huelga nunca fue tan radical y que estos tres años que poseo un auto, nunca tuve licencia de conducir, lo que me convierte en un conductor ilegal desde un inicio

2 comentarios:

Paqueins dijo...

Chuta es cierto lo que pasa con los conductores en Quito... lo unico que me queda por decir es que... TIENES QUE PROBAR CON UN NIVA... JA JA JA

Anónimo dijo...

!Que bien que escribes¡ no sólo usas muy bien el idioma, sino que mantienes el ritmo haciendo que el lector se interese cada vez mas. Llegué a tu página por casualidad y me he leido todo los escritos publicados de una sola "sentada". Muy entretenido, pero reflexivo a la vez.